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Toda palabra y frase que sale de nosotros reflejan lo que somos, sentimos y pensamos, energía de tan alto voltaje que tiene un profundo impacto a donde llega, en especial al devolverse hacia nosotros mismos
Lialdia.com / Lenny Z. Pito Bonilla / Tampa/ Florida/ 4/13/2016 – La palabra ejerce un importante poder sobre nuestra vida y la de los demás, al punto que las actitudes, decisiones, comportamientos y acciones son determinadas en gran medida por ella. Es poderosa porque tiene la energía del decreto, de la consigna, de la atracción, del acuerdo y de la influencia. Con fuerza sale por la boca de quien la pronuncia o la mano del que escribe, desde el interior del ser, desde las profundidades del corazón, del cerebro, del pensamiento, para retumbar en el mundo exterior, en el contexto donde nos movemos y más allá en el universo, con la suficiente capacidad para crear o destruir.
Toda palabra y frase que sale de nosotros reflejan lo que somos, sentimos y pensamos, energía de tan alto voltaje que tiene un profundo impacto a donde llega, en especial al devolverse hacia nosotros mismos. Recordemos que “de la abundancia del corazón habla la boca”, si yo soy amor, felicidad, gratitud, confianza, seguridad, armonía, comprensión, si me muevo en emociones de alta vibración y no en miedo, ansiedad, tristeza, dolor, desesperanza, rabia, odio o celos y, fluyo entre pensamientos constructivos, lo que exprese será reflejo. Volvamos al principio, antes de la palabra yo era un ser humano, visualizo al bebe y al niño pequeño que era hace relativamente poco tiempo y veo que antes de hablar, de escucharme y mucho antes de escribir, de aprender los símbolos del idioma materno, de leerme, ya era: autentico y verdadero. Por encima de los conocimientos adquiridos, de la educación dada en el hogar y en la escuela, de las experiencias, de las “realidades” mentales construidas, de los conceptos y opiniones, del hacer, del tener y de esa historia personal que he creado, ya era… soy… seré.
Esta consciencia nos permite estar atentos y ser cuidadosos con nuestra palabra que tan fuerte impacta, por ejemplo sobre los niños, porque ellos creen en lo que les decimos, influyendo sobre su crianza y formación integral, para ellos es verdad ya sea que tenga un valor positivo o negativo. Para los alumnos que aprenden de ella, lo que escuchan o leen de sus maestros es fundamental, no solo en su educación académica, sino ante todo, en su desarrollo como personas. De ahí en adelante, toda la vida está impregnada de palabras que vienen, van y vuelven a nuestra mente convirtiéndose en decretos, por lo que depende de cada uno colocarles el nivel de vibración que se desea: alta, proactiva y transformadora o necia. Porque si la palabra es un instrumento de creación está en nuestras manos utilizarlo con consciencia para crear una vida multicolor o en blanco y negro.
¿En qué nivel de vibración te expresas? Te comunicas en general en forma positiva, afirmativa y constructiva, con declaraciones que reflejan tu esencia, lo que eres, sientes y piensas sembrando valores, transmitiendo desde tu grandeza y sabiduría interior. O desde el lado oscuro de tu existencia, que claro hay que reconocerlo y también dejarlo salir, pero no para hacer daño, sino para perdonar, comprender, dejar ir, sanar y evolucionar. ¿Estas ubicado en el lado de la balanza con tu esencia divina transmitiendo paz o en el que eres tu negación y ofreces odio, violencia, agresión y guerra? La decisión siempre es tuya para escoger lo que quieres ofrecer a ti mismo y al mundo a través de la libre expresión, porque no olvidemos ni por un instante que la palabra es la reproducción de las imágenes, ideas, sueños e historias de nosotros mismos, por lo que solo podemos transmitir lo que somos.
PARA CONTINUAR LA LECTURA AQUI: http://lialdia.com/2016/04/la-palabra-sobre-la-paz/