Mientras no se apueste a la armonía integral, será muy difícil que nuestro universo terrenal se encuentre con la cultura de la paz.
Lialdia.com / ©Lenny Z. Pito Bonilla / Nueva York / 6/09/2015 – Un planeta violento, cargado de agresividad, con conflictos armados y guerras en tantos lugares esta en profundo desequilibrio, proveniente de la desarmonía que hay al interior de los seres humanos que lo habitan. Si volvemos la mirada hacia el rostro de las personas, podemos ver con claridad en muchas de ellas el desasosiego, la infelicidad y la inestabilidad que les acompaña y que no les permite experimentar paz. Mientras no haya comprensión sobre el tema, no se adentre en el camino del cambio en el que cada ser humano acepte que ya está en un proceso de evolución superior y no se apueste a la armonía integral, será muy difícil que nuestro universo terrenal se encuentre con la cultura de la paz.
La sociedad occidental por excelencia ensalza al hemisferio izquierdo del cerebro, la razón, la lógica, lo que se puede explicar, el pensar, lo consciente, la presión, la exigencia, la competencia, lo racional del ser humano, que si bien es parte fundamental de la vida, está llamado a equilibrarse en perfecta armonía con el hemisferio derecho que resguarda la intuición, el sentido común, el sexto sentido, la creatividad, la espontaneidad, el niño interior, la emoción. La invitación aquí y ahora es a que cada individuo ponga atención a su dimensión emocional, la rescate, conozca y valore a favor de la paz interna, porque ella es el estado afectivo que se experimenta siempre y la reacción subjetiva frente al ambiente que produce cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato en parte e influidos por las vivencias personales y la educación de otro lado.
Las emociones tienen una importante función adaptativa, homeostática y llaman la atención ante situaciones cotidianas, de adentro hacia fuera. Como olas sobrevienen de manera súbita y brusca por lo que en ocasiones se perciben como negativas, generadoras de crisis y aunque con certeza se sabe que son pasajeras, se consideran muchas veces como violentas. De otra parte, a pesar que ellas son involuntarias e indican estados internos individuales, motivaciones, deseos, sueños o necesidades las personas las interrelacionan con actitudes, conocimientos y creencias y desde ahí valoran las situaciones concretas de la vida. Para continuar leyendo: http://lialdia.com/2015/05/si-a-la-vida-si-a-la-paz/